Y es que, si eres de los que piensa que en la vida hay que buscar el bienestar propio y de los tuyos, y que para ello hay dejarse llevar por la intuición y la ilusión, la persona que hay detrás de los productos ecológicos de Ecorespostería del Callejón de Secastilla es buena prueba de ello.
Fue en 2005 cuando Montse Sáez y su marido quisieron dejar atrás la alienación y la contaminación de la vida en Sabadell, por una vida más rural y natural. Es así como, sin tener ningún vínculo previo con Secastilla, y movidos por el pálpito de la ilusión tras ver un anuncio de venta de una casa, llegaron en 2006 a este precioso pueblo oscense de calles enrevesadas, después de haber vivido un año en Binéfar.
Pero si de lo que se trata es de hablar de los productos de la Ecorepostería del Callejón, habría que empezar diciendo que a Montse siempre le gustó elaborar su propia repostería en casa. Este proceso sufrió una modificación cuando, a causa de un problema en el riñón en uno de sus hijos, los médicos le recomendaron la harina de espelta. Es a partir de este momento cuando esta madre empieza a probar con la espelta y otras harinas de las que no había oído hablar hasta entonces, todas ellas ecológicas, para elaborar su repostería casera. Hoy en día, es una convencida de los beneficios de la alimentación ecológica de la cual es una fiel practicante.
Poco a poco fue perfeccionando su técnica hasta que en 2011, buscando un trabajo que le permitiera conciliar su vida familiar, y viendo la escasa presencia en el mercado de productos elaborados con estas harinas ecológicas, decide emprender la creación de un obrador que produzca este tipo de repostería, siendo las cookies de chocolate las preferidas de sus hijos y de la familia en general.
Actualmente sus productos, que por la calidad que atesoran pueden calificarse de gourmet, son muy valorados por una clientela fiel que los ha conocido en ferias, por internet o por el boca a boca, y que los adquieren a través de tiendas de dietética y de productos ecológicos, de herboristerías, así como de pequeños comercios o incluso de grupos de consumo como el que existe en Barbastro compuesto por unas 30 familias. Su área geográfica de venta está reducida al entorno, si bien envía regularmente producto a otros valles o a clientes de Zaragoza o Barcelona. La producción también es limitada ya que aumentarla supondría, a esta madre de dos hijos, renunciar a la calidad de vida que buscaba cuando salió de Sabadell y que la consigue, aparte de haciendo pan y repostería, con la lectura, con unas buenas caminatas por la Sierra y ,sobre todo, pasando más tiempo con sus hijos.
Por lo dicho hasta ahora está claro que los productos de Montse Sáez Jiménez son muy especiales, aunque todavía se podrían añadir algunas cosas más:
- Por la elaboración de unas variedades difíciles de encontrar en el mercado: de espelta, de espelta con centeno, de centeno, de Kamut, de espelta y trigo con cúrkuma, o semiintegral de trigo con semillas de linaza.
- Además, por si fuera poco, no tiene reparos en cambiar algún ingrediente para satisfacer a sus clientes. Tal es el caso de la repostería con sirope de ágave y bicarbonato que manda a Zaragoza o el pan de espelta sin sal que le piden en Benabarre. Para Montse, estos clientes son gente que merecen esta atención ya que saben apreciar y valorar la calidad de los productos que consumen.
- Por si esto fuera poco, son unos productos hechos con mucho amor. Esto de que un alimento percibe el estado de ánimo de quien lo hace podría sonar un poco raro si no se conoce a Montse, granadina de origen, y que transmite alegría y optimismo a raudales. Habrá gente que no se lo crea, pero Montse tiene comprobado que el estado de ánimo influye en cómo salen el pan y la repostería.
- Por otro lado, atesora el sello de Artesanía Alimentaria de Aragón lo cual certifica una elaboración cuidada y artesana.
- Desde mi punto de vista, estos productos también son especiales porque ayudan a pensar y a reflexionar sobre si la calidad es cara y porque suponen, además, un granito de arena para aquéllos que quieren construir un mundo menos industrializado y más rural. Como he dicho antes, esta repostería y estos panes se podrían catalogar como productos gourmet si nos fijamos en la calidad de sus ingredientes y en el proceso artesanal de elaboración. Normalmente asociamos un producto gourmet a algo muy caro, pero sin embargo, comparándolos con sus homólogos industriales, si bien el precio es más alto, lo que alimentan y sacian uno y otro no tienen absolutamente nada que ver, por no hablar de los beneficios para la salud y el medio ambiente. ¡Vaya!, que no hay que echar muchas cuentas para darse cuenta de que lo barato sale caro.
- Por si esto fuera poco, el olor a pan recién hecho que desprenden estas piezas es 100% recomendable.
Por cierto, si este producto tan especial te sugiere un lugar o rincón particular con el que podría maridar a la perfección, no dudes en comentarlo, puede ser divertido ver qué sugiere a diferentes personas. Puedes leer más sobre esta idea en la sección "rincones gourmet".
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